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Entrevista a la mamá de Kenni Finol

En la casa de Kenni hay un silencio de luto y un altar con flores y cinco fotos. Una vela se mantiene encendida en su nombre

Maracaibo.– “Ella era muy buena, buena hija. Ella se la mantenía pegadita a mí, era mi hija chiquita”. Con lágrimas en los ojos y el dolor intacto, Mireya Finol, la mamá de Kenni Finol lamenta la tragedia que le tocó vivir a su hija y dice que la llora a diario.

“Ella me mantenía porque yo sufro del corazón. Ella era la que se encargaba de todo. Ella era la que me sostenía a mí”. En la casa donde nació y creció Kenni, en el sector 1 de Mayo hay pobreza, silencio y tristeza.

por Sheyla Urdaneta

Mireya Finol, madre de Kenni Finol
Foto: Sheyla Urdaneta

En su barrio hay un luto permanente, dicen los vecinos. “Aquí todos sufrimos con Mireya porque su hija era su alegría. Ya ella dejó de ser la mujer que era”, dijo Nieves, una vecina. “A Mireya le escucharon sus gritos, todos los días pedía justicia por su hija y al asesino lo agarraron. Ahora que no lo dejen salir nunca”.

Sentada en una silla en el frente de su casa Mireya dice que quiere hablar “de lo bonito, de los recuerdos que me dan tranquilidad, porque yo estoy viva pero sin corazón”.

Tiene 61 años y ya no recuerda hace cuánto fue diagnosticada con una afección en el corazón. “Ya nada me importa, yo dejé de ser la mujer alegre que era. Mi felicidad era que Kenni me llamaba todos los días, me enviaba notas de voz y yo le respondía. También hablábamos por llamadas con vídeos”.

No sabe cuál de las cosas que vivió con su hija fue de las mejores. De lo malo no quiere hacer inventario, porque dice que a las madres le duelen sus hijos y a ella el día que Brayan Mauricio González, alias “El Pozole” “me mató a mi hija, también me mató a mí”.

Hace muchas pausas, baja la cabeza y llora. Los ojos los tiene hinchados porque dice que cuando se enteró que al hombre que señalan como asesino de su hija lo habían detenido en México el tres de febrero de 2019, gritó: “¡Justicia!”. “Ese día volví a llorar como el primer día”.

Altar de Mireya Finol, en honor a su hija Kenni Finol
Foto: Sheyla Urdaneta

Recuerda que Kenni no solo la ayudaba a ella económicamente sino también a sus hermanos y a sus sobrinos. “Ella nos ayudaba a todos, lo hacía hasta con sus amigas”.

Mireya Finol cuenta que les enviaba bolsas de comida y medicinas también para quienes compartían con ella su vida cuando vivía en Venezuela. “Yo le decía que ella daba todo y que uno no podía ser así en la vida y ella me decía: ‘Mami, pobrecitas’”.

Cuenta que son pocas las amigas de Kenni que quedan en Venezuela, pero que la mayoría le envía mensaje y tratan de estar pendientes de ella.

“Ella me compró una casa, pero yo la vendí. La vendí porque no me gustaba el sitio, vivía por allí gente con muy mala cara y ella me dijo: Ya que vendiste esa casa te voy a comprar otra donde te sintáis más segura. A lo que llegue a Maracaibo me decís cuál te gusta y te la compro. Ella quería que me sintiera más tranquila y segura”.

Foto: Sheyla Urdaneta

La última vez

Mireya Finol recuerda la última conversación que tuvo con su hija Kenni. “Yo hablé con ella el sábado como a las 8:00 de la noche. Yo la notaba a ella muy triste y yo le dije: Mami, ¿a vos te pasa algo? ¿Qué pasa? háblame. Me dijo: ‘El hombre ese me volvió a llamar, mami. Amenazándome me dijo que me va a matar, mami, me dijo muchas cosas feas”.

Mireya le pidió entonces que le contara sobre lo que Brayan le había dicho a Kenni y la muchacha le respondió: “Mami, ¿pa qué? ¿pa qué te voy a poner a sufrir a vos?”. Eso fue el sábado 24 de febrero de 2018.

Con su hermana, Kenni si conversó hasta las 4:00 de la madrugada. La hermana le reclamó porque había salido y ella le dijo: “Es una fiesta y ya estoy por irme a Maracaibo”.

“Ya a las 4:30 de la madrugada ya no le respondió más. Yo digo que a ella se la llevaron como a las 5:00 de la mañana y fue cuando la mataron”.

Foto: Sheyla Urdaneta

“No era amor, sino pánico”

La mamá de la mujer a la que llamaban y que se autodenominaba “La muñeca más cara de la vitrina”, dice que por “El Pozole” lo que siente es odio. “Yo lo grito cada vez que puedo, yo lo que siento por ese hombre es odio, que le den cadena perpetua y que si en México hay pena de muerte, pues que le den eso. Eso es lo que yo quiero”.

Aseguró que su hija no amaba a Brayan Mauricio, a quien señalan como uno de los líderes de la banda criminal La Unión Tepito. “Ella no amaba a ese hombre, a ese hombre ella lo que le tenía era miedo. Eso no era amor, era pánico”.

Cuenta que en los últimos meses, Kenni tuvo que mudarse en repetidas ocasiones de apartamento porque la perseguía y la acosaba, “cuando descubría donde vivía iba y le daba esas golpizas. La perseguía y no la dejaba trabajar”.

“Mi hija era un ángel”

En el cuarto donde duerme Mireya tiene dos pósters con fotos de Kenni como un homenaje. En la sala hay una especie de altar con cinco fotos y una vela que permanece encendida. “Sentada frente al lugar que tiene como homenaje a su hija dice: “Desde chiquita ella era un ángel, blanca, bella, con el pelo rojo y los ojos celestes”.

Baja la cabeza y en medio de lágrimas recuerda el último regalo que le hizo Kenni. “Me mandó dinero en diciembre para que me comprara mucha ropa para la Navidad. Esa fue su última Navidad”.

Dice que a veces quiere devolver el tiempo y recuerda cuando le decía a Kenni que no se fuera a México. “Pero ella me decía “¿Qué queréis, que nos muramos de hambre?, Lo que se gana aquí no alcanza para nada. Tengo que irme mami, para poderte ayudar a vos. Es que mi tratamiento del corazón es carísimo”.

Ya no está tomando las pastillas porque no las puede comprar. “Yo ahora tengo que lavar y planchar ajeno, ahora si me las estoy viendo negras”.

Cuenta que ha soñado con Kenni y que uno de los sueños fue revelador: “En estos días soñé como una revelación y le dije: Kenni, yo le pedía a Dios que te cuidara y no me escuchó. Y ella me dijo en el sueño, Mami, Dios si te escuchó, la que no te escuchó fui yo”.

Información:
Investigación Especial El Pitazo